sábado, 31 de agosto de 2013

Nombres muertos
páginas manchadas
cuadernos destruidos
toman mi cuerpo
hacen una orgía
en pos del
caos.


viernes, 30 de agosto de 2013

Un muro
se levanta

es de un azul
sombrío
absoluto

de repente
aparece
un agujero

se pasea
lentamente
desde un
extremo
a otro

el frío también
es absoluto

el agujero
sigue
perdiéndose

luz
entra
a través
de él

es
opaca

el muro
se desgarra
en islas
oscuras
entran otras
luces
también son
opacas
son el mar

nunca el cielo
despreció tanto
lo humano

y la cierra,
casi
invisible
abajo
delimitando
la existencia
del espectáculo
y los pájaros
recordandonos
que seguimos
vivos
después
de todo.

Ensimismado
absorto
distraído
descubro la lluvia
rebotando en el piso
en los vidrios
sobre todo eso
fuera
de este cuarto
que me
contiene

el éxtasis invade
mis sentidos
por tal sonido hipnótico
regalo, maravilla
concierto de los cielos
sorbo de eternidad

al prestar atención
descubro
que cesó

sólo quedan
agonizantes
recuerdos
gotas
que imploran
no conocer
su destino:
el piso.

viernes, 23 de agosto de 2013

¿Qué consuelo hay para quien brilla por su opacidad?

Camino al rededor de mi cabeza. Caigo mareado sobre mí.

Mi mano quiere, añora tocar el papel, pero yo no necesito refugio. No. Yo quiero seguir hundiéndome, volar una y otra vez sobre la garganta del abismo, siendo uno con la luz que cae desde el cielo, siendo aquello que acaricia a las hojas mientras imploran no ser consumidas por el suelo donde han de vivir por última vez.

Yo, en cambio, cortante, cuchillo en mano, desato el muro de ideas que da belleza y sentido al vomito verbal que paren mis sentidos.                      

Quiero escribir algo largo, inmenso, universal, que trascienda estructuras, que destruya puertos, que sea como la ola y el firmamento. Pero, ¿qué digo? Repito, imito, sin embargo. ¡Tormento ser reflejo de sombras, sombras de reflejo! No existe en mí el centro de donde todo ha de fluir; en otras palabras: el centro es el aire, está afuera, siendo confundido por el humo del cigarro que mi cuerpo ansía para calmarse. Pero el aire es espeso, moribundo, lo fumo, lo inhalo, acepto, me detengo, me veo, no entiendo. Este éxtasis invocado (porque nunca viene de forma voluntaria o espontánea o natural) sólo es la vía donde la pérdida es vida y la vida pérdida y las palabras también son vías imitan llaman buscan buscan buscan pero el gran salto yo quiero vivir en el fondo del abismo en la parte más alta de la estrella entre los racimos de uva y los arboles donde mi alma ha morado desde el nacimiento.

Yo quiero. Yo fluyo. Esto que nace en mi vientre, expulsado desde mi piel, arrinconado por mis dedos... esto, esto, esto que vive en mí sólo quiere huir. Mientras tanto, en el fondo oscurísimo de la noche donde la estructura es inflada buscando estallar pero hallando que sólo los afortunados mueren sin pedirlo, en el lugar común donde todo es cierto, válido, hermoso, "común", habita el anhelo más grande, el hilo que une fronteras y desborda épicas incomunicables: aquello, cómo yo, quiere ser suyo y de nadie más.

jueves, 22 de agosto de 2013

Acudiendo a mi muerte
algo me acaricia tiernamente
como la puta
que embriaga al cliente
para robarle la cartera

martes, 20 de agosto de 2013