sábado, 17 de noviembre de 2012

Extrema desolación.

Noche fría.
Noche dividida.

No sabrás lo que ésta imagen
encierra, pero reconocerás
el aislamiento que late,
intrínseco,
en el observar el cielo,
oscuro e inmenso,
y querrás despertar.

Sin fondo. Sólo forma.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Es una noche tan absoluta de silencio. Silencio desgarrador, herida elusiva, ilusiva, pero abierta con toda la realidad del mundo. Una luna se sostiene en el cielo que contiene dentro de sí a mi mirada. Somos ella, ello y yo, sin más ni menos. Si describo, pierdo. Si escribo también. Yo me traiciono de diferentes maneras -pienso, mientras contemplo aquella palidez espectral-. Ésta soledad, asesina por mí, ya que le doy razón para no existir. Me pierdo tan sigilosamente para luego encontrarme otra vez en el usual estado de deterioro. Yo no sé. No sé. Nada sé salvo de la adjetivación salvaje, insípida, despiadada. Confundo el fondo con la forma, la forma con el fondo, y al momento de ver otra vez, encuentro lo mismo con un grado más de pesadez. El lenguaje que conozco a medias y los personajes rudimentarios acentúan esta carencia de mí. ¿Cómo explicarlo? pues, un ejemplo: al ver mi reflejo en los espejos, los vidrios o el agua, me reconozco como lo que soy: un desconocido. Sollozante, la esperanza en mí me obliga a proseguir; narciso, el reflejo finge comprender. Así crecen mis raíces: en una dicotomía constante que me aleja cada vez más.

Si tan sólo... y no hay "más". Tristísima existencia.

domingo, 11 de noviembre de 2012

I

Tal vez muera, tal vez me encuentre. La búsqueda es un laberinto habitado por monstruos desconocidos que han surgido de una raíz antes vista. Deformes, retorcidos, ver es un regalo sagrado que provoca la amputación de todo ojo existente. Yo me busco, me encuentro, pero el peso de tal sexo es sólo soportable por un atlas, cosa que rehúso ser. Tal vez me encuentre al momento del ultimo sacrificio, pero el templo, oh inmaculado edificio de mí, me ha infundido sus cimientos de tal manera que compartimos el mismo corazón.

II

Yo no puedo escribir sobre el romance, pues, tal delirio ha ahuecado mi alma de una manera casi hermosa.

III

Si tan sólo pudiera extirpar de mí todo éste absoluto desconocimiento. Si tan sólo pudiera abrazar a la soledad como un niño que ha jugando al escondite con la muerte - entonces mi cielo sería tan azul como el centímetro de océano más profundo.

IV

A veces, cuando escribo, me pregunto por qué lo hago. Otras, imagino lo venerado que sería por las hordas - luego, una voz, mi voz, me dice cuan estúpido soy al pronunciar cada palabra. Pienso: es como una muerte fingida que no vale la pena. Mi existencia solloza desconsolada buscando un pecho donde acurrucarse.

V

Mis muertes me han embriagado de tal manera que ni las sombras pueden parar su baile.

viernes, 9 de noviembre de 2012