domingo, 11 de noviembre de 2012

I

Tal vez muera, tal vez me encuentre. La búsqueda es un laberinto habitado por monstruos desconocidos que han surgido de una raíz antes vista. Deformes, retorcidos, ver es un regalo sagrado que provoca la amputación de todo ojo existente. Yo me busco, me encuentro, pero el peso de tal sexo es sólo soportable por un atlas, cosa que rehúso ser. Tal vez me encuentre al momento del ultimo sacrificio, pero el templo, oh inmaculado edificio de mí, me ha infundido sus cimientos de tal manera que compartimos el mismo corazón.

II

Yo no puedo escribir sobre el romance, pues, tal delirio ha ahuecado mi alma de una manera casi hermosa.

III

Si tan sólo pudiera extirpar de mí todo éste absoluto desconocimiento. Si tan sólo pudiera abrazar a la soledad como un niño que ha jugando al escondite con la muerte - entonces mi cielo sería tan azul como el centímetro de océano más profundo.

IV

A veces, cuando escribo, me pregunto por qué lo hago. Otras, imagino lo venerado que sería por las hordas - luego, una voz, mi voz, me dice cuan estúpido soy al pronunciar cada palabra. Pienso: es como una muerte fingida que no vale la pena. Mi existencia solloza desconsolada buscando un pecho donde acurrucarse.

V

Mis muertes me han embriagado de tal manera que ni las sombras pueden parar su baile.

No hay comentarios:

Publicar un comentario