"MI TRABAJO oficial sobre la Tierra ha terminado. Voy a renunciar indefinidamente a mi alta investidura para buscarte por medios humanos en el laberinto del tiempo terrestre. Voy a abandonar este vehículo prestado para hacer como uno cualquiera de los hombres. Caeré voluntariamente, sin poder precisar dónde. Me llamaré Juan, o Antonio, o Rafael. No recordaré a Doulos Oukóon, ni a Helena Ukusa, pero me quedaré pensativo ante los fragmentos tuyos dispersos por el mundo, y los guardaré como reliquias, tratando de reconstruir tu imagen.
Tú abandonarás tu vehículo, y tomarás otro, y otro, y otro, y, a través de todos, me buscarás sin saberlo. Reflejos míos dispersos por el mundo te cautivarán en una mirada, en una palabra, en una forma de hacer girar las manos, y tú también tratarás de reconstruir a ciegas una imagen perdida.
Los largos años que pasaremos apartados el uno del otro, separados por montañas, océanos, idiomas, hilos de alambre. Las tardes solitarias en playas remotas, soñando el uno con el otro, sin poder recordar.
Si alguna vez lees mis cartas, sentirás en las sienes algo así como el roce leve de una leyenda, y en el corazón algo así como el aleteo de una mariposa herida.
Pero cuando nos encontremos no habrá dudas. Nos anunciará la centella, nos iluminará el relámpago, y una hoguera centrífuga nos rodeará. Recordaremos todo lo que nos fuera familiar en la intimidad de las moradas. Yo estaré paralizado por el encuentro, por la visión de tus ojos inundados de tiempo, más tu dirás la palabra de plenitud y partiremos.
Y, en la proa del caracol, nos tomaremos de la mano para mirar juntos el creciente disco de Aldebarán, con la certidumbre de que también la hierba azul de Calíope nos recuerda."
Si alguna vez lees mis cartas, sentirás en las sienes algo así como el roce leve de una leyenda, y en el corazón algo así como el aleteo de una mariposa herida.
Pero cuando nos encontremos no habrá dudas. Nos anunciará la centella, nos iluminará el relámpago, y una hoguera centrífuga nos rodeará. Recordaremos todo lo que nos fuera familiar en la intimidad de las moradas. Yo estaré paralizado por el encuentro, por la visión de tus ojos inundados de tiempo, más tu dirás la palabra de plenitud y partiremos.
Y, en la proa del caracol, nos tomaremos de la mano para mirar juntos el creciente disco de Aldebarán, con la certidumbre de que también la hierba azul de Calíope nos recuerda."