jueves, 15 de octubre de 2015

"Lo más bello se ha perdido y es una pena".
Cristóbal Silva

*

Una multitud de voces
me recorren
el pensamiento
y es que
estoy atado 
al vaivén 
de los ecos.

*

Te buscas incesantemente. Te llamas. Tomas del vaso y te embriagas, ¿de qué, para qué? Tomas otra vez, y otra, y otra, y nunca el amargo cocuy te supo tan dulce. Luego te respondes, días, siglos después, ¿de qué, para qué?

*

En la habitación blanca de luz mortecina y sin puertas ni ventanas y sin nada más que una cama intentas verte, pero el blanco y su pared son pálidos, no reflejan más que la agonía y te es tanto que decides tumbarte boca arriba por indecibles, indetenibles horas; pensando, pensando, pensando.

*

El vaso es redondo y suave, liso, resbaladizo, el líquido es transparente, marrón, claro, y te dices que preferirías abandonar la vida y lanzarte dentro y nadar hasta que los siglos caigan y los cuerpos se abran pero súbitamente en el éxtasis del sueño recuerdas que tu única visión del exterior es una pared blanca y decides quedarte dormido cubriéndote de negrura y luces que te acarician como nunca alguien lo haría.

*

Antes de levantarte te perfumas para engañar a los sentidos; que los otros rostros no sepan eres un cadáver es tu deber moral.

Te levantas, mentiroso ausente y buscas un espejo y en el proceso te hablas, te cantas, te encantas. Después, embriagado de vida caes al suelo donde con las manos ensangrentadas recorres toda tu longitud para morir una y otra vez en la espera del gran y absoluto detenimiento,

*

Buscas un círculo o cualquier forma-cosa que circunde tu mundo y súbitamente te encuentras en la décima vuelta que le has dado a la extensión de tu existencia. ¿Cuándo parará esta eternidad?

*

Has construido
tu reino
en lo etéreo

has levantado
tu castillo
sobre mantequilla

bajo el sol

y lo demás
frente a ti
te espera:

una pared
la muerte.

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