"Lo más bello se ha perdido y es una pena".
Cristóbal Silva
*
Una multitud de voces
me recorren
el pensamiento
y es que
estoy atado
al vaivén
de los ecos.
*
Te buscas incesantemente. Te llamas. Tomas del vaso y te embriagas, ¿de qué, para qué? Tomas otra vez, y otra, y otra, y nunca el amargo cocuy te supo tan dulce. Luego te respondes, días, siglos después, ¿de qué, para qué?
*
En la habitación blanca de luz mortecina y sin puertas ni ventanas y sin nada más que una cama intentas verte, pero el blanco y su pared son pálidos, no reflejan más que la agonía y te es tanto que decides tumbarte boca arriba por indecibles, indetenibles horas; pensando, pensando, pensando.
*
El vaso es redondo y suave, liso, resbaladizo, el líquido es transparente, marrón, claro, y te dices que preferirías abandonar la vida y lanzarte dentro y nadar hasta que los siglos caigan y los cuerpos se abran pero súbitamente en el éxtasis del sueño recuerdas que tu única visión del exterior es una pared blanca y decides quedarte dormido cubriéndote de negrura y luces que te acarician como nunca alguien lo haría.
*
Antes de levantarte te perfumas para engañar a los sentidos; que los otros rostros no sepan eres un cadáver es tu deber moral.
Te levantas, mentiroso ausente y buscas un espejo y en el proceso te hablas, te cantas, te encantas. Después, embriagado de vida caes al suelo donde con las manos ensangrentadas recorres toda tu longitud para morir una y otra vez en la espera del gran y absoluto detenimiento,
*
Buscas un círculo o cualquier forma-cosa que circunde tu mundo y súbitamente te encuentras en la décima vuelta que le has dado a la extensión de tu existencia. ¿Cuándo parará esta eternidad?
*
Has construido
tu reino
en lo etéreo
has levantado
tu castillo
sobre mantequilla
bajo el sol
y lo demás
frente a ti
te espera:
una pared
la muerte.
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