martes, 7 de diciembre de 2010

Erase una vez:


Los trumpalumpas van dansando, tropeliando al borde del bosuqe. Shishirrú, shishirrú, dijo la Luna mientras sandarandeaba por el cielo desbordado. ¿Que será, que será? Trumplurúm dijeron. El bosque se ingansteció hasta perder la noción. Ya no había horizonte, el horizonte era el bosque de trumpumpum.

Pronto saldría señor Sol, ya cansado de trabajar en las huestes de la noche. Era su turno de descansar. Tralampam no quería que ocurriera esto, era el mayor enemigo de los chachachamps.

Todos se unieron, incluyendo a rampá y planchak, rodaron por las verticuosas laderas del camino inocuoso del portón, se deslizaron dentro de las puertas en los árboles habladores, saltaron y se transformaron en tornillos. Tralampam no pudo resistir, huyo de allí, el sol y la luna se quedaron. Los trumpalumpas siguierón dansando, tropeliando por los bordes del bullicioso bosque, aquel que nunca conoció horizonte.

Todo era cracra-tratra-plapla y mucho mas, mientras Lantrá y Tromplás seguían su compás.



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