es un ardor,
un fulgor,
el llamado,
la necesidad por desentrañar
la noche:
abrir su pecho
morder sus pulmones
fornicar sobre sus vísceras.
¿Qué harás cuándo esta,
desparramada en tu lienzo,
se abalance sobre ti?
Nada hay por lo cual combatir;
sólo existe, en el lugar donde
nace la voz,
una sutil continuación...
y el respiro, el aire
necesitas más vida
más agonía.
Tú no sabes sobre el olvido
que merodea estos rituales
implacables donde el alma
y la nada se reconocen:
reflección buscada
en la oscuridad, encontrada
en la orfandad, aborrecida
con absoluta claridad.
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