sábado, 22 de junio de 2013



He pasado una larga estadía en las entrañas.

Fui expulsado, antaño, sin ninguna lección.

Despierto
sangre brota de no-sé-donde;
el viento llama, puedo sentirlo
haciendo trizas
en lo poco que queda.

La clave -dijo- es no acudir aunque esté apoderado;
aunque esté dando de sí en presencia de sí.

Me detengo.
Contemplo la traslucida construcción,
del otro lado tú
haciendo gestos
que no comprendo,
que no retendré.

Aquí, en cambio,
la serpiente no
muerde su
cola.

Hay un ser aislado por sí mismo (yo sólo quiero ir),
un caer indeterminado,
imparable
gota a gota
sobre el deseo
que se corresponde
contigo, en ti.

No vengas, destrucción. Déjame acudir al encuentro.

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