jueves, 24 de mayo de 2012


 Recuerdo cuando tus palabras amordazaban mi silencio.

 Esos días bajo el sol, sobre la luna
cuando aún de mis heridas no brotaba sangre
ni el silencio era un himno
devorado por un animal salvaje.

 Recuerdo esos días de simpleza inmaculada, intacta;
tan vacía de adjetivos y llena de olvido,
que tus palabras se arremolinaban
convirtiendo eco en reflejo,
reflejo en anhelo
y anhelo en espacio;
espacio lleno por
nuestra presencia.

(si tan sólo pudieras escucharne).

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