No recuerdo ya cuando fue la primera vez que lo hice, pero sí recuerdo que, fue totalmente normal. Había pensado que sería emocionante, todos mis amigos lo decían. Hasta que lo hice otras veces… Hasta que lo hice muchas más, hasta que perdí la cuenta y se volvió una adorable adicción.
Era lo más excitante que podía haberse inventado por mano humana alguna. Y así como de poderosa era la sensación, así de intenso también era el enojo al acabarse… Pero siempre tenía solución, siempre. Una simple llamada, esperaba al tipo, sonaba el timbre, él me entregaba el paquete, yo simplemente lo abría y lo tiraba en la mesa, tomaba una tarjeta y sin importar cuán perfecta o imperfecta fuera la línea, prácticamente lo lamía de la desesperación. Aunque nunca era suficiente, nunca lo era. Siempre estaba el deseo de más y más.
Toda mi vida comenzó a cambiar a partir de ese momento, perdí contacto alguno con el exterior. Los gritos se convirtieron en mis nuevas palabras y la ira en mi nueva lengua. Perdí mi trabajo por la insoportable que era estar allí con toda esa insoportable y maldita gente. Deje de estudiar, las cuentas se acumulaban una a una sobre la mesa… Pero mientras tenía más, todo estaba bien. Cualquier lugar era perfecto, cualquier hoja de papel era perfecta. Inclusive acabe con la amada biblia de mi difunta madre, no respete tal recuerdo que había inundado mi niñez. No saben cuánto placer emano de aquellas pinturas que me cautivaron innumerables veces cuando era niño. Como todas las veces, valió totalmente la pena.
Todo empezó con una simple bolsa y una llave, una llave ofrecida por él, llena de un polvo mágico de orgasmos.
Anterior a ese suceso ya hacia otras cosas, por mera diversión, claro. Mis amigos posteriores a eso simplemente me decían que era malo, yo les decía que era algo espiritual… Bah, falacias, simples excusas para mis vicios -Ya sabía lo que era despertar solo- Inclusive los nuevos me lo advirtieron, me contaban historias sobre los hechos de sus vidas, inclusive él, que casi muere, con sarcasmo y cinismo me contaba esa historia de alucinaciones espectrales que bailaban ante su lecho mientras el agonizaba, ni caso omiso le hice… Simplemente respondí con asombro.
Y al intermedio del tiempo, me había vuelto todo un experto en el alineamiento. Entre mas perfectas mejor. Ya pensar no era el debido arte, no, ni los juegos mentales tenían importancia ni mucho menos los planes para controlar a otros. Ahora lo único que importaba era yo y nada mas yo.
Uno por uno pasaron junto a mí, junto a todos mis vicios, uno a uno, mientras yo me hundía más y mas. Pero no lo llamemos hundir, era algo divertido y placentero… Y lo que es bueno para el cuerpo, lo es para el alma, ¿no?.. Aparte, los químicos llenaban el vacío insaciable que cada ser humano dejaba en mí. ¿Cómo rechazar tal cura?, ¿como puedo llamarle hundimiento a esto, a este placer, a esta sensación tan adorada por mi carne? No importa quienes me hayan dejado, con tal de estar al lado de todos estos, mis preciosos, todo está bien. Como dije, una simple llamada y toda crisis mejora. Es tan reemplazable como las personas. Así de simple. Y así como nunca fui suficiente, nunca fue suficiente para mi… Tan cortamente saciable que pasaba a ser un placebo. Un placebo sin importancia, un placebo remediable. Un problema remediable.
Es suficiente visitar al cementerio todos los domingos y llorar sobre las tumbas de mis padres, hacer unas líneas sobre sus lapidas, realizar una rápida acción y mitigar todo sentimiento. O también ir en no-realidad era factible, ponía cierto alivio a todo ese ambiente gris, como cierta diversión e inconsciencia a todo ese cruce desviado que había tomado. Porque ese es el problema… Los sentimientos, y esta es la solución para matar esos sentimientos. Pura inmadurez… Pura debilidad de mi parte, lo sé… Pero prefiero olvidar descaradamente a enfrentar. Es la vía más fácil, es la vía más común, es la mejor vía… A corto plazo, y es lo que importa. Pensar rápido, presionar el botón más accesible, actuar rápido.
No importa cuán muerta este el alma, esa muerte es proporcional al conocimiento que tengo al respecto. Conocimiento que no aplico, sino que inhalo. Añorados son los días en que eran simples alucinaciones. Ahora se ha transformado en un piano solitario y en inhalaciones solitarias. Necesito rehabilitación de la vida, pero mientras no la obtenga, seguirá así.
Siempre es lo mismo, levantarme, abrir la gaveta de la mesa de noche, inhalar e ir a la cocina. Cerrar las ventanas por odio al sol, comer lo primero que encuentro… Observar como las sombras se burlan de mi ya disociada vida y tener el cinismo de conversar cálidamente con ellas. Filosofía inaplicable a esta ya ennegrecida vida.
Ya mi familia se ha olvidado de mi, inclusive aquel que me abrió esas puertas. Nunca fue suficiente cuanto lo ame, ni siquiera lo fue para mí mientras me decía adiós.
A todos. Adiós a todos.
Parecen ya lejanos los días en que buscaba refugio en el conocimiento, en definiciones locas de personas locas, tan añoradas, sin embargo. Tan extrañados, inclusive aquello parece mejor que esto. Pero también hay placer en la oscuridad, oh sí.
Sentarme en el sofá, armar y fumar, mirar tv como zombie, pudrir aun más mi mente y salir todos los domingos al cementerio. Esa era la seguridad, la seguridad de la monotonía. Nada puede ser inseguro en este plan tan perfeccionado, lo único inseguro aquí es mi cuerpo; Las sombras me acompañan en las noches, formando siluetas familiares… A veces se parecen a mis padres, a veces a él y a veces a personas que no vale la pena mencionar pero cuyo recuerdo es igualmente hiriente. Me inhalo esos recuerdos en soledad, en puta y amada soledad.
Caer dormido -Cuando puedo- es la mayor gratificación. Ya ni imaginación queda mientras espero el final. Despertar solo, al fin, es un placer que nadie logrará entender.
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