domingo, 22 de enero de 2012



A mi querida Alejandra:

Tus ojos agonizaban antes que cualquier palabra fluyera como río de esta cueva sin lugar;
La estrella cae como si ya lo hubiera hecho antes - Los ojos le miran,
Le observan encantados como si fuera un recuerdo vivido siglos antes;
Tus brazos cayeron mucho antes que mis labios pudieran siquiera emitir sonido alguno de inconsciencia
Sin embargo tus alas marchitas expanden el aire en mis pulmones.


No hace falta llamarte, querida desconocida mía
Tu alma es el baúl donde mis sueños añaden una pizca de trivialidad a sus posesiones;
Ningún verso había entrado tanto en las oraciones de una mujer como mis palabras habían violado tus intensiones.


Lejana, en tu barco blanco de luces sin encender - Mi alma, , mi cuerpo, mi corazón y todo lo que evoca mi ser yace explotando todo lo que no pudiste ser. Aun así siendo, aun así tocando lo que quedo, imaginando lo que se fue y cantando lo que vive allá, detrás, donde las olas no tienen cansancio.


Una mueca no fingida me lleva volando a tu cueva; A ti, paloma mía, a ti te doy mi sonrisa y el intento de alivio que estremece la tensión de mi carne. Este corazón que no se siente suyo, este corazón que desea un lugar de sacrificio.



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