jueves, 5 de enero de 2012
Que pena esta alma mía; Tan frágil, tan desnuda, tan caprichosa, tan decidida. Perdiéndose entre los anhelos de la fortaleza de un abrazo, descifrando acertijos de dos palabras - Ni las palabras llenan el vacío que ansías detener, ni existe un hogar al que puedas correr para ocultarte de los demonios del viento.
Vuela, sabes que en este lugar no tienes nada que hacer. No hay sonrisas, no hay confort, no hay un asiento destinado a tu grandeza; Solo cabe la muerte y sus siete mil cabezas que con cada día te envenenan. ¿Disfrutas este lento suicidio? Persuasivo, casi silencioso. ¿Disfrutas este dolor que inunda tus sentidos sin cesar? Una explosión y eres libre. Aprovéchala. No sigas gastando tus fuerzas en la espera de un adiós. Nadie te lo dará.
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