Los humanos han probado sus delicias,
se han hecho adictos a su carne,
lo han encadenado a las palabras;
Desconocían que este sólo los poseía,
ignoraban como se divertía al observarlos
caer y levantarse sobre su cabeza.
Él es un viento imperecedero
proveniente de vacíos lejanos,
nacido ante años de luz en oscuridad;
él se burla de los nervios,
de ese entramado de tejidos
que llamamos cerebro y células.
¡Que chiste tan épico es la reflección
entre la carne y el alma!
Esa adoración ciega hacia
la abstracción que fingimos conocer.
la abstracción que fingimos conocer.
Arrogantes, nos hemos entregado
pensando que lo poseíamos de soslayo,
cuando solo saltábamos maravillados
entre los colmillos y cuchillos de su boca.
entre los colmillos y cuchillos de su boca.
El sentimiento es un Dios
de cenit constante
cuya sátira más idealizada
es el conocimiento que nos entrega
a través de la ilusión
que ciega nuestros sentidos;
esas frases y dogmas traslucidas
que hacen crecer nuestros orgullos
como árboles bajo el sol.
II
A veces suelo olvidar caprichosamente
que hay otra oscuridad presente, latente
que me hace dudar de la luz y mi ceguera
cuando durante los segundos de gloria
antes y después
me entrego a ella.
Gozando sus miradas,
desnudando sus palabras
destruyendo sus trampas.
Amarlas, odiarlas
soy indudablemente
el peon entre dos fuerzas,
polos dinamitados entre ellos,
fuerzas arquetipicas
que a veces parecieran ser
reflejos y solo eso.
Reflejos. Reflejos tan conocidos
que alternar lo desconocido
es la única forma de mantener
la maquinaria caminando
una y otra vez
entre ellos.
Satisfaciendo, entregando
para que así el muerto
no muera otra vez.
Lo pernoctado es frustrado
por oraciones afligidas
dirigidas al silencio
para que este no detenga
el nacimiento de ellas.
Porqué el sueño es la
imagen fundida
a las palabras.
Temor, temor oculto
que se revela tremulo
mientras es asesinado y
resucitado por los conjuros
impronunciables y bastardos
que tejen junto
a los segundos
una telaraña
que acuna a mi alma
esperando
a que esta finalmente
se postre a descansar.
de cenit constante
cuya sátira más idealizada
es el conocimiento que nos entrega
a través de la ilusión
que ciega nuestros sentidos;
esas frases y dogmas traslucidas
que hacen crecer nuestros orgullos
como árboles bajo el sol.
II
A veces suelo olvidar caprichosamente
que hay otra oscuridad presente, latente
que me hace dudar de la luz y mi ceguera
cuando durante los segundos de gloria
antes y después
me entrego a ella.
Gozando sus miradas,
desnudando sus palabras
destruyendo sus trampas.
Amarlas, odiarlas
soy indudablemente
el peon entre dos fuerzas,
polos dinamitados entre ellos,
fuerzas arquetipicas
que a veces parecieran ser
reflejos y solo eso.
Reflejos. Reflejos tan conocidos
que alternar lo desconocido
es la única forma de mantener
la maquinaria caminando
una y otra vez
entre ellos.
Satisfaciendo, entregando
para que así el muerto
no muera otra vez.
Lo pernoctado es frustrado
por oraciones afligidas
dirigidas al silencio
para que este no detenga
el nacimiento de ellas.
Porqué el sueño es la
imagen fundida
a las palabras.
Temor, temor oculto
que se revela tremulo
mientras es asesinado y
resucitado por los conjuros
impronunciables y bastardos
que tejen junto
a los segundos
una telaraña
que acuna a mi alma
esperando
a que esta finalmente
se postre a descansar.
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