y reconocer que ése al otro lado
soy yo.
Algún día podré abandonarme,
podré desvanecerme,
podré irme
entre las cenizas,
intentos fallidos por saborear la vida.
Aún la soga no ejerce la suficiente presión
cómo para cortar mi garganta.
Espíritu sofocado
por la dulce agonía de ser
y no reconocerse cómo tal.
Dulce elixir,
dulce aire,
dulce nada inmaculada
que se expande y contrae en mis pulmones
saboreandome
cómo la fruta más hermosa y podrida
de un árbol caído.
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