Cayendo en la negación y en la afirmación. Tan acompañado por la ausencia de una presencia que se pavonea libre entre los muros de mi casa, un gélido susurro entre los cálidos y calmos aires de la nada que abraza cada objeto, inclusive me hace temer de mis propias sabanas y de los cuadros en la pared.
Mientras pierdo la inspiración, mientras mi mente se vuelve tan complejamente simple como la ramita que yace muertita en el jardín, tan animada, pero sin embargo caminando, próxima a convertirse en un árbol.
Inclusive los espíritus son incapaces de acercarse a esa morada de miel, una soledad tan extrema y profunda que ahuyenta a cualquier energía que intenta tocarme. Una soledad tan extrema que reconforta, pero que ahuyenta inclusive a mis seres interiores.
Es un síntoma del verdadero vivir.
Sin embargo alguien llama, alguien es lo suficientemente valiente como para acercarse, para unirse a ese mundo lleno de inseguridad y rechazo, ese abismo envuelto en nada y olvido,... Los cuales gritan por brillar. Aunque brille, y si lo hace, sin importar que, no abran ojos que puedan verle... No habrá mago que observé maravillado al fénix brillar junto al sol, ni filosofo que cuestione su renacer y su vuelo... Ni mucho menos su valor.
No habrá quien mire esa estrella y se maraville, no existirá poeta que escriba sobre su luz y sus maravillas ni rey que se magnifique por su bendición. Menos niños que sueñen de noche con su eternidad... Ni mujer que la mire para recordar...
Y yo escucho, escucho su llamar... Pronunciando mi nombre a la distancia. No se si es un eco, no se si es una ilusión, no se si es simplemente el viento tocando entre los edificios de cristal a la lejanía, en aquel lugar desconocido a donde temo ir. Pero a eso me sujeto, me aferro a su voz... Y con ella creo una sinfonía en mi mente, que tal vez, tal vez aquel pronunciador llegue a escuchar alguna vez. Tal vez es el promiscuo orgasmos de un borracho que me esta imaginando, acertando y calmando mi necesidad. Esa razón de mis lágrimas innecesarias...
Soledad tan extrema que nadie es capaz de mirarla brillar... Y hace dudar, ¿Brilla o no?... ¿O es que son tan ciegos que son incapaces de mirar esa luz que les acaricia el rostro sin darse cuenta?... Nadie es incapaz de escuchar su canto hermoso y amado, esperanzado y desesperado...
Un canto que grita por un oyente, un canto que solo suena por el golpetear de las lagrimas en el piso... Y aun así le temo. Le temo a esa presencia que se atrevió a entrar a mi lecho de eternidad.
¿Que vienes a hacer aquí?, ¿Te conozco?... Mi mente buscando un hilo de confort busca a alguien parecido. Ese frió... Ese frió conocido... ¿O soy yo mismo engañándome una vez mas?
Todos viniendo, robandole manzanas al árbol, quitandole un pedazo, arrancándole sus hermosas hojas... Y aun así Él sigue allí, aun así el árbol sigue levantándose y creciendo. Esperando que la noche caiga y que vuelva el amanecer, que vuelvan los rayos de amor a calentar su blanquecina piel, hermosa y amada. Sin importar los engaños sigue amando, sigue dandole manzanas a cualquier que las desee o necesite comer.
Yo.
Una copa de limonada verde para refrescar. Ácida, como la ventana empolvada que escribe sin parar... Rincón inundado por sobria felicidad. Tu, ser inexistente.
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