miércoles, 25 de abril de 2012

No encuentro palabras para describir el desgarramiento que mis manos quieren hacerle padecer a la piel en mi rostro.

No hay. No existe más allá de un lejano suspiro. Un anhelo tan profundo, tan antiguo, tan limitado por los años de consciencia.

¿Donde está aquello que solía ser pronunciado por tu voz?

La infancia fue un día colmado por el dulce respirar de esperanzas. Esperanzas esperadas. Esperanzas despedazadas por el cambio, por el porvenir, por el devenir, por el devenir. Esperanzas deformadas por cuestiones desconocidas.

Aun se anuncia su llegada bajo nuevos mares. Sirenas anuncian un canto que nunca ha de nacer, sin embargo, el infante lo espera. Espera en medio de la batalla - Mientras seres sin forma se degollan entre si, el infante se detiene a observar a la estrella deseada recordando aquella promesa pronunciada por el viento que le impedía avanzar. Aun no ha avanzado. Aun yace sostenido por ese rayo que palpó mientras podía respirar; Mientras podía ser.

Un abrazo que podría arrancar su alma y retornarla al lugar que nunca abandono. La esperanza del sentimiento verdadero.

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