Monstruo de mil caras
que necesita alientos
e invertebrados
para sobrevivir.
Frío seráfico
que paraliza el cuerpo
en tiempo para permitir
fluir el orgasmo
del demonio
y el capricho de
sus ojos ante la vastedad
de lo naciente.
Absorbe la energía
de mi jadeo
para luego castigarme
a través de los delirios
y así convertir el cielo
en infierno y el infierno
en cielo.
(ellos anhelan silencio,
pero el demonio es vanidoso;
masoquista.
Está empeñado,
idolatra observar los latigazos del
ego nacer en la espalda de
sus argumentos. Y más aun,
está obsesionado con
la sal que brota de sus heridas
al sanar tan lento como el cielo
la sangre de lo imposible).
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